Páginas

15 julio 2015

Reunión con el Consejero de Industria

El Consejero de Innovación, Industria, Turismo y Comercio, D. Francisco Martín, ha convocado al presidente del Consejo de Administración de Sniace, D. Blas Mezquita, y al Comité de Empresa a una reunión que tendrá lugar el próximo jueves día 16. Debe incluirse esta reunión, en el marco de las gestiones que está realizando el nuevo Gobierno Regional, para la puesta en marcha de Sniace. Se trata de un primer contacto con el nuevo responsable de la Consejería de Industria, clave en muchos aspectos de esta crisis que hemos padecido en las últimas semanas, de cara a la reapertura de Sniace. 

Ya recordaréis cómo desaparecieron, estos iluminados, de la pelea por los puestos de trabajo. También recordaréis aquella frase, cuando fuimos despedidos, en la que refiriéndose al comité decía su responsable sindical que: “No existía,  no éramos más que una peña de amigos que nos podíamos reunir si nos aburríamos”. Ellos solitos se fueron del comité y los que nos quedamos, tuvimos que, entre otras muchas cosas, realizar el trabajo de conseguir las reuniones, a las que no dejan de acudir estos mártires, para  no abrir la boca, salvo para cuchichear entre ellos. Por ejemplo, en la última reunión  con el presidente, se sentían tan “acosados y martirizados”, que no hicieron otra cosa que reírse y wasapear, suponemos que con el “mesías”, que no había acudido, pero había que tenerle informado. Suponemos. Mientras los demás tratábamos los temas serios. Luego pasa lo que pasa, que cuando escriben la crónica, lo hacen en base a datos ¿erróneos? O, en cualquier caso, no reales, fruto seguramente, de sus distracciones durante la reunión. 

Su último argumento, para justificar el recurso que han presentado en el Juzgado de lo Mercantil, es de traca. No vamos a extendernos mucho en este asunto, pues ya lo hemos explicado en numerosas ocasiones, incluidas las asambleas. Todo el mundo sabe que nosotros hemos seguido otro procedimiento dentro del Concurso de Acreedores y USO ha aplicado sus propias teorías a los trabajadores que representa, por ello no puede responsabilizar a los demás de sus errores, limitaciones o carencias. No obstante, para saber lo que han reclamado, no podemos hacer otra cosa que esperar hasta conocer el recurso que han presentado y que todavía no nos han remitido desde el juzgado. Y como aún no lo hemos recibido, deducimos que: puede que no solo nos lo hayan “adornado con un aroma  a reciente”, sino que realmente sea reciente su presentación.  
En vez de perder el tiempo en responder al resto de improperios, os vamos a recomendar la lectura de un artículo de Jennifer Delgado, publicado en varias páginas web, bajo el título de “Radiografía de una víctima crónica”.

Reproducimos una parte del mismo, que nos ayudará a entender la actitud de los mártires: 

Todos, en algún que otro momento, hemos asumido el papel de víctimas. Sin embargo, hay personas que se convierten en víctimas permanentes, sufren lo que podríamos considerar como un “victimismo crónico”. Estas personas se disfrazan de falsas víctimas, ya sea de forma consciente o inconsciente, para simular una agresión inexistente y, de paso, culpar a los demás, liberándose de toda responsabilidad.
En realidad, el victimismo crónico no es una patología, pero podría desembocar en un trastorno paranoide, cuando la persona insiste en culpar continuamente a los demás de los males que padece. Además, esta forma de afrontar el mundo, de por sí, conduce a una visión pesimista de la realidad, que produce malestar, tanto en la persona que se queja como en quien recibe la culpa.
En muchos casos, la persona que abraza el victimismo crónico termina alimentando sentimientos muy negativos, como el resentimiento y la ira, que desembocan en un victimismo agresivo. Es el típico caso de quien no se limita a lamentarse sino que ataca y acusa a los demás, mostrándose intolerante y vulnerando continuamente sus derechos como personas.

Este tipo de personas creen firmemente que la culpa de lo que les sucede es de los demás, nunca es suya. En realidad, el problema es que tienen una visión deformada de la realidad, poseen un locus de control externo, y creen que tanto las cosas positivas como las negativas que ocurren en su vida no dependen directamente de su voluntad, sino de las circunstancias externas. Además, sobredimensionan los aspectos negativos, desarrollando un pesimismo exacerbado que les llevan a centrarse solo en las cosas negativas que les suceden, obviando las positivas.
Estas personas creen que son víctimas de los demás y de las circunstancias, por lo que no se sienten culpable ni responsables de nada de lo que les sucede. Como resultado, lo único que les queda es lamentarse. De hecho, suelen encontrar placer en el acto de quejarse porque así asumen mejor su papel de "pobres víctimas" y logran llamar la atención de los demás. Estas personas no piden ayuda para solucionar sus problemas, solo se lamentan de sus desdichas en la búsqueda desenfrenada de compasión y protagonismo.
Las personas que asumen el papel de víctimas eternas, desarrollan una actitud recelosa, suelen creer que los demás siempre actúan de mala fe, solo para ponerles la zancadilla. Por eso, suelen tener un afán casi morboso por descubrir agravios nimios, sentirse discriminados o maltratados, solo para reafirmar su papel de víctimas. Así, terminan desarrollando una hipersensibilidad y se convierten en especialistas en formar una tormenta en un vaso de agua.
Estas personas están convencidas de que no tienen la culpa de nada, por lo que no hay nada que criticar en sus comportamientos. Como la responsabilidad es de los demás, no aceptan las críticas constructivas y, mucho menos, realizan un examen de conciencia a fondo que les lleve a cambiar su actitud. Para estas personas, los errores y defectos de los demás son intolerables, mientras que los propios son una simple sutileza. Después de todo, las víctimas son ellos.  

Seguir leyendo... 

EL Rincon de la Psicologia